martes, 22 de diciembre de 2009

El Orden Social en Guerra

¿No habría que dejar de leer diarios y revistas o escuchar radio y ver televisión? ¿Alguien puede hacerlo sin sentir indignación, rebeldía y bronca? ¿Y vergüenza? Es nuestro país ¿no? También consecuencia y reflejo de nuestra propia actitud como ciudadanos, ¿verdad?
Si conversamos hacemos una rápida encuesta constataremos que todos tienen –tenemos-, más o menos definida una meta personal. Si preguntamos: ¿y cómo ciudadano? La respuesta es una mirada de desconcierto. Hagan la prueba.
A nuestro alrededor vemos éxitos individuales o de sectores. Siempre parciales. También a la familia en crisis y a un orden social subvertido, injusto, insolidario. Hace años hubiéramos dicho que ambos estaban seriamente amenazados, hoy esa amenaza es una instancia superada: la agresión es tan violenta como patente; se les está haciendo la guerra. ¿Quién o quiénes? Volvamos a recorrer los medios de comunicación: allí estuvieron y están expuestos todos los protagonistas que revisten filas “en el ejército contrario”, pero no debemos dejar de entender que los medios también son un reflejo de nuestras propias actitudes y nivel de participación que nos suman a ese “ejército contrario” aunque mas no sea con dedicación “part time”.
¿Y entonces?
Y entonces que no podemos seguir solamente culpando a los protagonistas de los titulares, que lo son y con gran responsabilidad, cuando además debemos asumir que también nosotros tenemos participación y culpa. No, al menos directamente, de la administración concreta del bien público, pero sí de que no surja de nosotros como ciudadanos una suave violencia sobre los dirigentes –no solamente gubernamentales, sino también de agrupaciones políticas y ONGs- para que la simbiósis entre ideales personales y comunitarios sea asumida como un mandato y plasmada en la vida diaria. Insisto: como ciudadanos, como comunidad y no solamente como individuos en búsqueda de un objetivo exclusivamente personal, el que, por otra parte, debería siempre alimentar al comunitario.
A nuestro orden social no está siendo amenazado: se le está haciendo la guerra.
En tiempos de paz y desde nuestras obligaciones de estado -el maestro enseña, el médico cura, el arquitecto diseña y así todos y cada uno- aportamos a su sostenimiento cuando no hay guerra y al mantenimiento de un orden social justo, ordenado al bien común y buscando perfeccionarlo cuando existe. Casi que no sería necesario hacer otra cosa. Solo cumplir con esas obligaciones y periódicamente participar, concienzudamente, de los procesos que requieren los sistemas democráticos de gobierno y gestión comunitaria.
¿Pero qué pasa cuando hay una guerra declarada?: todos a la trinchera, a la primera línea de fuego. Quedan en casa mujeres, chicos y ancianos. Y aún ellos y cualquiera que quedara en retaguardia,obran en función de sostener al frente: la meta es ganar la guerra y tienen plena conciencia de eso. Maestros, médicos, arquitectos, artesanos, obreros…todos participan de un modo extraordinario para alcanzar la meta propuesta: proteger primero y salvar después a su Comunidad.
¿Cuánto tiempo más nos va a demandar comprender que mientras no asumamos otras actitudes la situación no va a cambiar? Que seguiremos viviendo en medio de la angustia y la inseguridad. Que seguiremos viendo y escuchando en los medios cómo el orden social se aleja cada vez más de ser justo y equitativo. Los nombres y apellidos serán cada vez distintos y se reciclarán cada dos o cuatro años. Pero la situación revestirá el mismo o mayor dramatismo. Nosotros seguiremos infantilmente esperando la llegada de un salvador político y social. O de un grupo de ellos. Y ya quedó harto demostrado que es en vano. Que ni uno ni un grupo, de existir, podría hacerlo SIN nosotros. Muchas veces ha cambiado nuestra dirigencia y la situación no: lo único que no ha cambiado es nuestra actitud. ¿Y si probáramos?
El orden social está siendo atacado. Está en guerra. No podemos ni debemos limitarnos a vivir nuestra vida como si no fuera así. Debemos buscar nuestro lugar en la ”trinchera”, en la “línea de fuego” si es posible o desde la retaguardia asistiendo a la primera línea, pero conscientes de que es en verdad una guerra. Solapada, pero una guerra al fin. El principio reside en tener una meta también como ciudadanos e integrarla a la del prójimo, y encontrar nuestro rol irremplazable para vivirlo en la cotidianeidad personal y la comunitaria y en “una trinchera” mientras dure el “combate”.
No podemos seguir con nuestra vida como si viviéramos en paz: debemos buscar un modo extraordinario para contribuir a salvar al Orden Social, a la Familia y a nosotros mismos.

lunes, 17 de agosto de 2009

Abro paréntesis

Dejo los temas que me preocupan y hacen escribir y abro paréntesis:

(Cada vez que se produce una ‘entrada’ en este blog son notificadas siete personas conocidas mías y tres que si bien conozco ellos no me conocen a mí. Se trata de periodistas de trayectoria a quienes respeto, de otra manera no se los enviaría, y entiendo que no participen del blog. Tampoco lo esperaba. Los notifico en la eventualidad de que algún tema o enfoque les pudiera interesar y le dieran el tratamiento que su seriedad y formación les permite.

A ellos los entiendo, pero no me pasa lo mismo con muchos de mis conocidos que sí entran y lo leen, me dan prueba de ello, pero que casi nunca dejan una opinión, o me discuten o me contradicen o hacen su propia catarsis proponiendo temas nuevos. ¡Lástima! pierde así el sentido y la riqueza el blog. No el mío precisamente, sino todos.

¿Cuál será la razón, no? A lo mejor los textos o los temas. O no necesitan hacer catarsis. No sé. Habrá que pensarlo.

Por las dudas les cuento, yo la primera vez tuve que preguntar, que tocando con el cursor al pié de cada entrada –así se llaman los textos que coloca el autor del blog- donde dice la cantidad de comentarios –p.ej.: 0 comentarios- se abre una ventana donde pueden Uds. hacer el suyo. Allí se les pide una identificación y pueden optar por diferentes formas: “Anónimo” si no quisieran identificarse o “Nombre/URL” donde simplemente ponen su nombre y olvídense lo de URL; hay otras pero pueden utilizarlas quienes tienen su propio blog u otras cuentas y no necesitan de mis explicaciones.

Como decía me voy a pensar por qué pasa esto. Cierro paréntesis)

Hasta pronto.

¿Ser o Tener? Esta es la cuestión.

“Llevados por la ciencia y el interés, los seres humanos no podrán saber jamás repartirse los bienes y los derechos. Nadie va a sentirse satisfecho y todos hablarán de todos, sentirán envidia, se terminarán matando. Todos, hoy en día, no aspiran más que a separar su personalidad del resto y gozar individualmente de la vida en plenitud. Él sólo acumula fortunas, se vanagloria por su poder, por su riqueza y, como un insensato, no sabe que cuántas más riquezas junta, más hundido está en una impotencia fatídica.” Líneas que me recordaron las preocupaciones de nuestra sociedad y que no son nuevas a juzgar por cuando Fedor Dostoievsky escribió “Los Hermanos Karamasov”, de donde provienen, cincuenta años antes de la Revolución Rusa en 1917. Preocupaciones tales como la pobreza y el hambre, la desigualdad, la falta de educación, la inseguridad...
Es cierto: si todos tuvieran trabajo, salud y educación la inseguridad sería menor. Y la violencia. Pero no del todo, ¿verdad? Buena parte de los delincuentes están bien alimentados, bien educados, con buena formación. Conocemos nuestros defectos: ambición desmedida, egoísmo, la poca disposición al esfuerzo y al sacrificio. La envidia y la competencia que engendra. Creo que es un buen fundamento para sostener que aún educados y bien alimentados la inseguridad persistiría. Con otra característica sí, pero persistiría.
¿Hay razones comunes para que la inseguridad en escenarios distintos, el de gente educada y alimentada y el otro donde no lo está, exista? Yo creo que sí. No soy sociólogo. He pensado un poco el tema nomás; pero he aquí la ventaja del blog: puedo escribirlo.
En la sociedad predomina la valorización del TENER antes que la del SER. Es el origen de la espiral de actividad del hombre con el solo objetivo de tener más. Más de lo que necesita y aún de lo que no necesita, y cuanto más evidente y ostentoso mejor. Y lamentablemente se toma como natural que sea así.
La sociedad de consumo, yo diría la industria del consumo, utiliza, precisamente para estimularlo, el argumento de que en realidad se “es” cuanto se “tiene”. Se “es” cuando se tiene una marca de ropa, o de reloj; o cuando se viaja a “Punta”, o se vive en un barrio cerrado o en un lujoso PH o si tiene una “cuatro por cuatro” aunque nunca salga del asfalto.
Ciertamente se ha encarnado en toda la sociedad esta ansiedad por “tener”. Y digo ‘ansiedad’ no casualmente sino porque quien “no tiene lo que hay que tener”, y claro que no me refiero a lo necesario, se angustia, se deprime y su autoestima cae tanto que lo arrastra a los más variados destinos: desde el terapeuta hasta la droga y el alcohol, pasando por la desdicha familiar o los problemas de pareja. Se comienza sublimando la frustración de alguna manera y luego se sigue recurriendo a cualquier medio para poder “tener”. Puede ser progresiva o instantánea la transición –según la “elasticidad” de cada conciencia-, pero se canaliza, esto sí, de distinta manera entre excluidos e incluidos.
Los primeros buscan su inclusión en la sociedad y como ésta predica que es necesario tener y cuanto más mejor, para lograrlo buscan trabajar primero y si no es posible así, porque no lo dejan o porque no quiere, pues entonces cualquier medio puede llegar a ser válido. Y llega el raterismo, el robo a mano armada, el asesinato… una violencia.
Los segundos ya están incluidos de manera que lo que buscan es otra cosa. Aquí juega la competencia –no exenta de envidia- en base a la acumulación: triunfa quién más tiene. Cuanto más y mejor más triunfador es. No hay medio al que no recurra para serlo. Si no lo consigue es que “no triunfó en la vida”. La educación le abre caminos a otro tipo de delitos para “triunfar”. Antes se llamaban “ladrones de guante blanco” y hoy corruptos. Y llega la estafa, la coima, la malversación, el prevaricato… otra violencia.
Sostengo que el delito y la violencia tienen su origen antes en esta subversión de valores, el privilegiar al TENER antes que al SER, que en la falta de educación y el hambre.
Imaginen que fuera todo exactamente al revés, el SER antes que el TENER, y que el triunfador fuera el más solidario y capaz… ¿es que existen medios violentos y delictivos para ser más capaz y solidario que el vecino? ¿Se le podría robar a alguien su solidaridad? No. Claro que no. El ser triunfador no exigiría tener más sino “apenas” ser más. Pero un SER más que beneficia al otro. Que no lo excluye.
Un mundo ideal, ¿verdad? Sí. ¿Imposible? No.

viernes, 24 de julio de 2009

Mucha Bronca

Si han tenido la generosidad de leer anteriores “entradas” habrán notado que han sido escritas con ganas, con convicción pero también con calma. Digo: mis notas no parecían una catarsis ¿verdad? En realidad fueron catarsis light. La de hoy es de verdad.
Cansado y con bronca. ¿Leen Uds. los diarios? ¿Miran televisión? ¿Escuchan la radio? ¡Siempre lo mismo desde hace años!: la miseria, la falta de trabajo, la fragilidad de los ministros de economía, la inflación, el oficialismo por acá, la oposición por allá, los sindicatos que se separan o unen, todo con nosotros como testigos pasivos.
En “Lo Urgente y lo Importante” escribía que “Republicana, Representativa y Federal” era la forma de gobierno establecida por nuestra Constitución y el sello distintivo de nuestro Modelo de País. ¿No lo descubrí yo, verdad? ¿Lo dicen todos, verdad?...
¡¿Entonces por qué nadie se preocupa y ocupa para que sea cierto?!
Dejémonos de historias lejanas, ¿eh? Quedémonos por acá cerca: ¿en los últimos veinticinco años de democracia quién se ocupó verdaderamente de que tuviéramos un gobierno Republicano, Representativo y Federal? ¿Y si se ocuparon qué es lo que pasó?
Republicana. Los tres poderes no son tres, son uno predominante sobre dos subordinados. Es una mescolanza de poderes. Y no de ahora. ¿Cuándo en veinticinco años han sido tres poderes fuertes e independientes?
¿Cuándo ha sido Republicana de verdad nuestra forma de gobierno?

Representativa. ¿Cuándo en veinticinco años hemos sido gobernados por mandatarios que atiendan la voluntad de sus mandantes? ¿A quién representan los “dedócratas” que convalidamos -¿irresponsablemente?-, en las elecciones generales? ¿A quién responden entonces?
¿Cuándo ha sido Representativa de verdad nuestra forma de gobierno?

Federal. ¿De qué federalismo nos hablan si el gobierno central siempre fue unitario, hoy más que nunca, y acapara y administra a su antojo la economía de las provincias? ¿De cuál hablan si el gobierno central “baja línea”, aprietes económicos- financieros mediante, para subordinar la política de las provincias? ¿De qué federalismo nos hablan si las provincias se extinguen sin el poder central cuando debería ser exactamente al revés: que el poder central se extinguiera sin las provincias?
¿Cuándo ha sido Federal de verdad nuestra forma de Gobierno?

Manifiesto final. Sin dejar de agradecer esta democracia imperfecta que nos permite manifestar libremente y preocuparnos por mejorarla, algunas preguntas finales y los dejo:
¿Es que nuestros políticos y gobernantes no saben o no pueden plasmar en nuestro país el mandato de la Constitución, o no quieren? ¿Es incompetencia o hipocresía?
¿Seguiremos nosotros siendo objeto de tanta mentira y permitiendo que nos mientan sabiendo que saben que lo sabemos?
¿Por cuánto tiempo más seguiremos dejando espacios para que lo ocupe cualquiera y hagan de nuestro país, de nosotros, de nuestros hijos y “de los hijos que de nuestros hijos vengan”(*) los que les de la gana?
¿Cuándo dejaremos nuestra medida personal de indiferencia y de hipocresía e irrumpiremos cambiando la historia con nuestra participación activa?
¿No están cansados como yo de este estado de cosas? ¿No les da mucha, pero mucha bronca?

(*) No sé si originada en él pero es una frase que le escuchara frecuentemente a Hugo Guerrero Marthineitz en su recordado Show del Minuto en los 60'

jueves, 23 de julio de 2009

Entre lo Urgente y lo Importante

¿Es qué algo cambió después de las elecciones o no cambió nada o no sé darme cuenta?
Lo urgente y lo importante. Cuando todavía no está definido del todo el nuevo escenario político ni los actores como interpretarán su papel y para quién o para qué público lo harán, vuelven al tapete los temas de siempre: la crisis mundial y la argentina, la intransigencia del gobierno y el doble comando, las discusiones en la oposición y con el oficialismo, el poder de la CGT y la impotencia de su oposición, las estadísticas de la gripe A y las del INDEC; en fin temas que sólo tienen de nuevo, y esto está por verse, el escenario y la caracterización de los actores. ¿Son temas urgentes? Sí. ¿Son temas importantes? Algunos a lo mejor sí. O todos según como se miren. O todos no. ¿En qué quedamos? Pienso en voz alta:
Construimos un dique sin tener modelo y un proyecto que nos guíe. Mientras, comienza a filtrar agua que amenaza la integridad de la obra. La angustia nos obliga a tapar los orificios YA. Podemos, pero por poco tiempo: nuevos orificios y mas angustias. Y una omisión grave debido a la urgencia: mientras tapábamos los agujeros el resto del dique, que no veíamos, se deteriora sin darnos cuenta casi; no podíamos pensar en qué queríamos construir y cómo hacerlo. ¿Son importantes los agujeros? No: urgentes. ¿Qué es lo importante? La visión del dique que debemos construir y cómo hacerlo bien. Nunca lo urgente debe postergar lo importante. Ya sé. Es un lugar común. Tan común como que vivimos haciéndolo. ¿Qué es lo importante que postergamos?:
 Definir políticas de estado que conformen el Modelo que debe ser contenido por los proyectos que sean alternativos para, mediante su construcción, interpretarlo, y
 Dar participación concreta y efectiva al ciudadano.
Modelo de País. Está claro que de una manera u otra existe un Modelo Argentino. De una manera u otra, digo, pues su definición o formulación no creo que sea, a su vez, ni explícita ni comprensible a todos; existe sí, pero sin proyectos que lo contengan por lo que marchamos hacia él de manera errante y dificultosa. Como quién emprende un viaje sin conocer a ciencia cierta su destino. El Modelo hasta debería poder sintetizarse en una frase o mejor, en un lema que lo identifique.
Nuestra Constitución Nacional es la Ley Fundamental que da fundamento a todas nuestras leyes, a nuestras normas de convivencia. El sistema de gobierno que define como “Republicano, Representativo y Federal” es identificatorio de nuestro Modelo. La Constitución es su definición. Pero entonces… ¿hay o no hay Modelo?
Por lo que puedo leer de politólogos y periodistas importantes, y coincido con ellos, casi no existen políticas de estado que garanticen que a lo largo del tiempo y mediando variedad de proyectos y programas de gobierno, el Modelo sea respetado gracias y a pesar, a veces, de la impronta de gobernantes y opositores. Pareciera que aún con políticas de estado adecuadas no se han encontrado ejecutantes idóneos para llevarlas a cabo.
Pregunto –y no contesto yo en esta oportunidad, sería bueno que lo hiciera algunos de Uds.-, es que… ¿A meses del Bicentenario somos un país Republicano, Representativo y Federal?
Si es que tenemos un Modelo, estamos desarrollándonos como si no fuera así. Los proyectos ofrecidos como alternativa ni lo interpretan ni podrán hacerlo nunca mientras sus autores lo ignoren (¿exprofeso?) El País los estamos construyendo sin los instrumentos fundamentales. Y los destinatarios, los usuarios, los dueños, los que pagan con su vida, los ciudadanos: ¿Qué papel jugamos?
Democracia, “Politicocracia” y “Dedocracia”. Lo que pareciera que nunca va a suceder es que se arbitren medios prácticos y eficientes para la participación del ciudadano. Esta vez no hubo tiempo siquiera para elecciones internas que, de haberlas habido, habrían posibilitado la participación de los afiliados a un partido político. Las internas abiertas están momentáneamente suspendidas por lo que los ciudadanos sin filiación política están hoy por hoy excluidos.
Cabe preguntarse ya no sobre quién determinó que uno u otro fuera candidato, sino cómo se constituyeron las autoridades partidarias, cómo y cuándo han revalidado sus títulos y cuáles han sido las características de sus campañas y de las elecciones internas que los ungieron. O sea: ¿qué proyecto de gobierno, en cualquiera de sus niveles, encuadrado dentro de su ideología pero intérprete del Modelo Argentino ofrecieron? ¿O a cuál adherían?
Pasaron las elecciones ¿ha pasado entonces el tiempo de dar participación al afiliado o al simpatizante? ¿Tienen intención los partidos políticos de democratizarse? ¿O seguirán siendo conducidos desde la “politicocracia” o gobierno de los políticos? Es fundamental que comiencen a dar muestras de no querer seguir conduciéndose así, al margen de los que tienen que servir. Que atiendan lo urgente de la gestión del país desde el rol que les toque, pero que, si ya convinimos en lo fundamental que es para el país que definan su proyecto, no lo es menos que se desvivan por conseguir que sus adeptos participen activamente en su definición.
En 1991 tuve la osadía de preguntar al Dr. Raúl Alfonsín en una entrevista que le realicé, si era verdad que para los partidos políticos la democracia era como “el chicle, que se tiene siempre en la boca pero que no se traga”. Y se enojó. Si no hubiera tenido yo razón habría aleccionado con su serenidad habitual, pero se enojó. Hoy todo sigue igual que entonces. La dirigencia de los partidos políticos no es elegida a partir de ideas que desde su visión ideológica aporten al proyecto de país o por sus dotes de conducción y liderazgo y mediante el reconocimiento democrático de sus adherentes, sino por méritos de cuestionados valor y reconocimiento. Es la “politicocracia con dedocracia”: el gobierno del político profesional sustentado por el dedo del poderoso de turno. ¿Qué hay excepciones? Las habrá seguramente, pero no dominan el escenario de nuestra política.
Como no puede ser de otra manera esta realidad partidaria se traslada directamente a los Poderes de la República. Si los partidos políticos no facilitan al ciudadano la participación activa en la elaboración de proyectos y en la elección de sus ejecutores en el marco de la homogeneidad ideológica de su organización, menos podrá hacerse desde la pluralidad de los Poderes y cuando es casi imposible arbitrar medios de comunicación eficientes entre representados y representantes. Como agravante quienes han de representar al ciudadano han sido elegidos mediante la aplicación de la “político-dedocracia”, bien que lo saben y mal que pueden, entonces, sentir que están representando a alguien: en el mejor de los casos responderán al poder que ejerciera la dedocracia que los ungió.
Para Terminar. No quiero finalizar sin hacer referencia por la vinculación que puede encontrársele con estas líneas, a una nota publicada por el diario La Nación y que podrán leer siguiendo el vínculo indicado en “Vínculos de Refencia en Textos” y cuya lectura recomiendo enfáticamente. Mario Bunge plantea allí con mucha claridad un tema que debería discutirse rápida y profundamente en Argentina: es importante, no urgente.

lunes, 13 de julio de 2009

El País: Sobre Modelos, Proyectos y Construcción

Modelos, Proyectos y Construcción.¿Qué y cómo se está haciendo? ¿Se han generado los mecanismos de comunicación y diálogo entre los ciudadanos y los partidos políticos como para coincidir en un Modelo común? ¿Sabemos cada argentino qué país queremos?¿No estamos construyendo sin proyecto o con un proyecto ajeno e inspirado en un modelo que no es el nuestro? Modelo, proyectos, construir…¿es todo lo mismo? No. Son etapas de un solo proceso.
El Modelo es la formulación teórica del objeto a construir: define y enumera las características constitutivas esenciales, inmateriales muchas, que una vez materializadas debe tener como atributos.
El Proyecto y mejor todavía, los Proyectos, son las diferentes interpretaciones del Modelo que hacen sus ejecutores sin que por ser distintos entre sí dejen de reflejarlo.
Construir es el proceso de materialización a través de una o varias técnicas constructivas de un Proyecto.
Los argentinos estamos vinculados por valores, por principios y por intereses comunes. Tenemos una historia y un futuro que nos unen. Estos elementos –traducidos en políticas de Estado concensuadas y ordenadas con sentido abarcativo y totalizador- son la base fundamental del Modelo de país: así como cada modelo individual nos hace únicos e irrepetibles, ellos dan origen al Modelo Comunitario y al Modelo de País que hará a éste único,irrepetible e insustituible.
El modelo debe nacer en cada uno, de allí el de cada familia, y luego el de cada comunidad. Finalmente el del País. Es un elaboración que en cada escala –el individuo, la familia, la comunidad, el país- debe realizarse mediante los instrumentos adecuados. Solamente de la integración, crecimiento y desarrollo orgánico de modelos individuales puede llegarse al Modelo de país que sintamos nuestro, que esté encarnado en cada ciudadano. Deberíamos educar y ser educados en esta tarea. A partir de la escala comunitaria el trabajo debe desarrollarse en el seno de las instituciones intermedias y de los partidos políticos. La elección dependerá de cuan contenido se encuentre cada modelo individual en una u otra institución intermedia, en uno u otro partido político.
Un proyecto arquitectónico siempre está originado en Bases teóricas que lo pautan. Cuando son varios los proyectistas que intervienen, generalmente compitiendo, de las mismas Bases surgen tan diferentes como válidos proyectos. Difieren en matices, en “ideologías” de diseño pero que interpretan al mismo Modelo. Éste es al país lo que las Bases a los proyectos arquitectónicos. Puede y debe ser interpretado por diferentes proyectos. Cada ciudadano podrá elegir el que crea que mejor interpreta al Modelo que contribuyó a definir y que más contenga su propia percepción y modelo individual, familiar y comunitario.
Los partidos políticos son los que deben elaborar los proyectos que interpretarán al Modelo y desde los que se construirá la Nación. Deben dar a conocer su proyecto para lo que deben generar vías ágiles de comunicación y diálogo con los ciudadanos; ya no solamente para transmitirlo sino para permitir que hagan sus propios aportes y, fundamentalmente, para que puedan constatar que el ofrecido es fiel al Modelo. Todos los proyectos deben reflejarlo: es la única manera de que, mas allá que en una oportunidad dada el proyecto no sea el elegido por un sector, sus integrantes tengan la seguridad de que responde al Modelo que también a ellos los contiene.
El conocimiento exhaustivo del Modelo es esencial y un proyecto definido también: ¿cómo construir si no? Pero por importante que sea no lo es todo. Los arquitectos solemos decir que de una buena idea, de un buen Modelo, puede resultar un mal proyecto, como también que de un buen proyecto puede resultar una mala construcción y peor resultado. La realización de un proyecto exige saber quién, cómo y con qué materiales y costos va a ser construido y sin dejar de considerar que hay distintas formas de hacerlo.
La construcción de un país no tiene un límite de tiempo para realizarse tal cual una obra. El Modelo tiene semejanza con un Ideal, en realidad lo es, por lo que su concreción lleva la vida entera. No hay mejor que un ideal como nervio motor de un desarrollo vital y dinámico. Bien puede aplicarse al Ideal y al crecimiento, un principio corriente de la balística: con una misma arma cuanto mas alto se apunta mas lejos llega el proyectil. Cuanto mayor sea el Ideal mas lejos se llegará en la construcción del Modelo. Es evidente que la construcción de un país requerirá de un Modelo tan definido como susceptible de ser adecuado a realidades hoy impensadas. Por eso requiere a lo largo del tiempo la intervención de diferentes profesionales que habrán de suceder a otros por las leyes de la vida, pero que deben ser conocedores eximios del Modelo y respetuosos tanto en las adecuaciones como en la construcción.
En la arquitectura, en la construcción, los roles son bien claros: el Modelo lo aporta el cliente aunque colabore en su ordenamiento un profesional;los Proyectos lo hacen los profesionales capacitados con aportes del usuario; la construcción operarios eficientes en sus especialidades, pero con materiales y costos expresamente consentidos -y pagados- por el usuario; el director de la obra que controla que la obra responda al proyecto elegido y que atiende las recomendaciones e inquietudes del usuario durante la ejecución. Cada actor cumple su rol exclusivo para el que está plenamente capacitado. Pero un detalle fundamental debe ser puesto en relieve. En el proceso arquitectónico los profesionales que contribuyeron a dar forma al Modelo, los que hicieron el Proyecto, los que controlarán la construcción y los que la ejecuten no solamente pueden ser distintos sino que habitualmente lo son: los únicos protagonistas fundamentales y comunes en cada una de las etapas son los usuarios, los destinatarios de la obra terminada. Sus dueños.
En la política y el gobierno está todo confundido: proyectistas improvisados y que también construyen, constructores inexpertos, controladores que son ejecutores, todos elegidos, generalmente, por muchas razones antes que por su capacidad para cumplir un rol específico y la medida de su vocación para servir a la construcción del proyecto y del Modelo. El ciudadano, el usuario, mientras tanto, es mero espectador cuando debería ser protagonista de una construcción de la que no le dicen como se hará, ni qué costo le significará, ni sobre qué proyecto se ejecutará y ni en qué Modelo se inspirará. Tampoco lo representa nadie en el control de la construcción. Menos claro tiene, todavía, de en qué quedará en este caso, ni mas ni menos, su país.
Solo por ahora y a modo de conclusión :
No se concibe al proceso creativo desde el modelo hasta la obra entregada a sus usuarios, sin la participación e inclusión inevitable y rigurosa de todos los actores necesarios, escenarios y métodos que sintéticamente aquí se ha tratado de describir. Corro el riesgo de que debido a un vicio profesional, a una limitación de mis enfoques y a una buena dosis de ingenuidad e idealismo, haya pretendido establecer un paralelo entre un proceso arquitectónico y el de la construcción de un país. El arquitectónico es creativo y transparente y en el cual profesionales que compiten entre sí, que a veces ni se estiman o hasta ni se conocen; en el que usuarios que no siempre están de acuerdo y que no pocas veces rivalizan pero que han sabido definir un Modelo común,en este proceso, digo, trabajan todos denodadamente codo a codo para concretarlo. En tanto arquitecto entonces, no me podrán culpar si al no constatar en quienes protagonizamos la construcción de nuestro país una actitud y vocación similar a la descripta, pero en este caso para servir al Modelo Argentino me invada la desilusión y la desesperanza.

lunes, 6 de julio de 2009

Hablando solo

Siempre me gustó escribir. Siempre me gustó opinar. Y, casi siempre, las cosas que pasan en este país me generan: incredulidad, desesperanza, miedo, qué se yo…montones de sensaciones que seguro comparto con un sinnúmero de argentinos. Probablemente no coincidamos en los pormenores o en qué hecho o circunstancia nos producen esas sensaciones. Pero coincidimos en eso: en incredulidad, en desesperanza, en miedo…
Como decía me gusta escribir y opinar, pero no tengo donde. He escrito, sin suerte, algunas cartas de lectores. Y, cuidado, que no culpo a los editores: seguramente tendrían razón en no publicarlas. Por eso y entrando decididamente en la modernidad, cree o armé -¿cuál será la correcta forma de decirlo?- un blog.
Abro un paréntesis.
Leo muchos diarios en internet y no solamente las noticias, sino fundamentalmente a los columnistas. Muchos de ellos son excelentes y mas allá de que no siempre concuerdo en todo, tengo que reconocerles inteligencia y una afilada mirada de lo cotidiano en lo social, económico y político.
Claro, leo diferentes vertientes, diferentes puntos de vista y, como seguramente nos pasa a todos, a mi me ocurre que los que opinan decididamente distinto a mí me da bronca no poder discutirles. Ni hablar si sus errores, o los que yo creo que lo son, están originados en circunstancias evidentes por lo que pueden, algunas veces, ser considerados flagrantes mentiras. Muchos columnistas y no hablar de políticos y gobernantes, mienten sabiendo que sabemos que mienten. La bronca es grande y allí me quedo rumeándola.
Pero también leo a aquellos que, muchas veces, han escrito lo que yo hubiera escrito nada más que mejor. Y por supuesto, me regodeo leyéndolos. Es más: espero ansioso el día de publicación de sus columnas. Es un placer solitario e inconducente. Onanístico diría yo.
Digamos entonces que de la lectura de los diarios –por extensión podríamos llegar a la televisión y la radio- obtengo sensaciones que me proveen placer y alegría y otras veces desagrado y bronca.
Pero, eso sí, ninguno provee soluciones a los dramas que vive este país. ¡Qué digo a los dramas! ¡Ni a las cosas más sencillas que vivimos! Y cuando digo “no proveen soluciones” no me refiero solamente a periodistas, sino también a políticos y dirigentes a quienes dan difusión aplaudiéndolos o criticándolos.
Y vuelvo al blog.
Creí que me iba a sentir mejor haciéndolo. Y algo de eso hay: escribo lo que pienso y manifiesto mis broncas. Hago catarsis. Que así se llama el blog “Catarsis de un Ciudadano”. ¿Pero quién accede a mi blog? Empecé hace muy poco tiempo, algunos parientes generosos, algún amigo y…algún anónimo también. Pero pocos. Mi blog es por ahora como un diario sin tirada. No crean que me desespero por ello, no, es obvio que todo lleva su tiempo de construcción, de desarrollo y de maduración. No. No es ese el problema.
A ver. Antes hablaba de broncas y de placeres. Imagínense que si llegué a catalogar de placer onanístico leer a aquellos con los que más coincido, con los que más coincido repito y aún ellos tiene alguna que otra cosa que me irrita: ¡imagínense hasta qué punto puede ser un placer solitario e inconducente, escribir y después leer lo que yo mismo pienso y que leo prácticamente yo solo! Y tampoco aporto soluciones. Aún si fuera leído por millones mis textos no se convertirían en soluciones para nadie.
¿Entonces?: Concluí, y espero que nadie lea esto y se enoje por mi versión libre de Sócrates, que solo entiendo que no entiendo nada.
Solo entiendo que no entiendo porqué lo hago
Tampoco “entiendo que no entiendo” para qué pueda servir mi blog si ya hay eximios periodistas que reflejan la historia reciente y actual socio política argentina desde la información o la crítica o el aplauso y que además lo hacen bien. Leyéndolos no consigo sino generarme cosas para decir que nunca voy a poder escribir por el tiempo que me llevaría, porque no sabría hacerlo bien, porque para que lo lea quién y todo para no aportar soluciones yo tampoco. Y además, corro el riesgo de frustrarme tanto si lo escribo y como si lo abandono.
Lo que en segundo lugar “entiendo que no entiendo” es de dónde entonces podrán salir las soluciones que necesitamos en este país: según lo que se lee, se ve y se escucha, no pareciera que de los dirigentes políticos y sociales, ni de la ciudadanía, ni de los periodistas cuya mayoría, casi podríamos ponernos de acuerdo en esto, bastante hace por ayudar –cuando los dejan o saben o quieren hacerlo- con la famosa crítica constructiva.
¿Podrán servir los blogs en general para generar corrientes de opinión y de aporte, no importa si en pequeñas cuotas, a soluciones aún aisladas y que alguien pueda amalgamar poco a poco y llevarnos a otras mayores y más definitivas?

viernes, 12 de junio de 2009

Ahora un poco de Justicia...

Debo creer en la Justicia y por eso acepto el fallo contra Grassi en esta instancia y aceptaré los de las próximas. No obstante preferiría decir que creo y no que debo creer en la Justicia. ¿Por qué?
Porque me inquieta la interrelación entre Medios, Opinión Pública y Justicia cuando se trata de casos judiciales a los que se adjudican espacios preferenciales. Los llamados mediáticos.
Los medios condicionan la formación de la opinión pública en casi todos los temas, ofreciendo información y opiniones filtradas por un cristal del color conveniente a fines que no siempre son evidentes. No está bien, pero bueno, confiemos en que la variedad de medios –al menos para los que pueden tener acceso a más de uno- ayuden a acceder a alguna pluralidad de opiniones y que las noticias sean información objetiva.
¿Pero no adquiere otra gravedad cuando la influencia de los medios incide sobre la Justicia por sí mismos y a través de la presión que genera desde la opinión pública?
¿No están los medios e inevitablemente el periodismo, invadiendo flagrantemente el rol de la Justicia, orientando a la opinión pública a favor o en contra de un acusado e invirtiendo la carga de la prueba?
Sabemos que la Justicia no es siempre independiente del poder político. Pero: ¿lo es de la presión de los medios y de la opinión pública? "Vox populi vox Dei": eso era cierto cuando no había medios masivos y globales de comunicación. Hoy evidentemente no es así.
Los medios no deberían promover sentencias en un sentido u otro, y los abogados-fiscales, los abogados-querellantes y los abogados-defensores manifestarse exclusivamente por sus escritos u oralmente y en los tribunales. Los abogados-jueces con sus sentencias. Y no como lo hacen y se les permite hacer, siendo funcionales al marketing generado por algunos medios y alimentándolo, pues saben fehacientemente que la presión generada puede contribuir a la condena o absolución de sus clientes.
Hace poco un diario muy importante encuestaba así: ¿Está de acuerdo (sí/ no/ no sé) con la condena de…? Pregunto:
¿Es que hay una razón válida que no percibo para preguntar si "está de acuerdo con…"?
¿Es posible estar, o no estar o más o menos de acuerdo con una sentencia, basado el mismo en el conocimiento de un ciudadano común sobre el proceso?
¿Nos están llevando a la Justicia del "feeling" que nos inspire el acusado según lo presentan los medios o del "feedback" que nos brindan?
Mientras tanto y salvo honrosas excepciones, ignoran olímpicamente causas judiciales que afectan al poder actual, pasado y hasta al futuro, originadas en delitos con millones de ciudadanos como "parte damnificada".
El propio periodismo sabrá hasta dónde y en qué medida es responsable sobre este particular y por ende qué puede hacer para revertir la situación. Los ciudadanos estaríamos agradecidos.

miércoles, 10 de junio de 2009

Comencemos...

Como para empezar y ver si están ahí: veamos de ir haciendo juntos una lista de las pequeñas cosas de todos los días que podríamos mejorar en nuestra relación con quienes nos rodean. Por ejemplo: no estacionar sobre la senda peatonal, o...no tirar papeles en la calle. Parece poco y nimio, pero la lista puede ser grande y si nos imaginamos como sería nuestra vida si nos respetáramos mas...
Bueno, también podemos hablar de lo que querríamos decir a nuestros dirigentes barriales, gremiales o políticos para que mejoren en ellos y en nuestra sociedad. Sin hacer política partidista en lo posible. Pero la Catársis es Catársis: no hay restricciones, esto es libre, respetuoso, pero sin limitaciones